No puedes comprar la felicidad, pero sí un longboard y es casi lo mismo

Gracias a la invención de algún genio, es posible moverse de un punto A a un punto B disfrutando de una sensación muy similar a la de volar. Nada comparable a una bicicleta o una patineta normal: estás literalmente surfeando el asfalto. Las disciplinas desarrolladas a lo largo del tiempo son diferentes y para todos los gustos: desde el baile hasta los derrapes, desde descensos locos a gran velocidad hasta un carving tranquilo y agradable para quemar un poco de calorías con una sonrisa en la cara. La práctica requerida para aprender a equilibrarse en la tabla no es mucha al principio, pero los beneficios físicos y mentales ya se pueden encontrar de inmediato. Surfear y explorar: este podría ser el lema intrínseco detrás de la creación de cada longboard. Y aquí no estamos hablando de descubrir solo el mundo externo, sino también el mundo interno, espiritual. El sentimiento de libertad y contacto con la madera hace posible percibir, con el tiempo, un enlace más profundo con la naturaleza y un mayor sentido de respeto por ella. Un medio de transporte limpio que puedes llevar debajo del brazo, un instrumento de diversión y relajación saludable, una herramienta para mantenerse en forma y crear nuevos trucos y, en muchos casos, una verdadera obra de arte en tu poder: existen muchos estudios relacionados con la fabricación de las tablas de acuerdo con los diferentes usos y materiales, muchos tambien se refieren al uretano de las ruedas, y aun a las otras partes. En resumen, existe una industria de calidad real para los fanáticos de todos los niveles y estatus social.

¡¡Aquí termina mi oda a los longboards: si no me crees, pruébalo!!

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