La nueva forma de plantearnos la educación nos ha hecho crecer como personas.

La covid-19 nos ha revolucinado el mundo que conocíamos. Nuestra forma de vivir, nuestra forma de relacionarnos, de entender y de concebir nuestra vida ha cambiado, pero no solo eso, sino que también ha tenido un fuerte impacto en nuestra manera de educar, en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Lo que antes parecía impensable, clases online, hoy en día es una realidad tan palpable como una barra de pan.

Empieza a dar clases online

Nos hemos visto en una situación un tanto apretada, dificultosa, de la que hemos conseguido salir poco a poco. Ha supuesto mucho esfuerzo por parte de todos: profesores, instituciones, padres y alumnos. Unos han tenido más reconocimientos que otros, pero todos han contribuido a que los efectos de esta crisis educativa no fueran tan lejos como podrían haber ido.

La labor docente para afrontar esta problemática ha sido excepcional y se ha dado un vuelco a la forma de entender la educación, a la forma de posicionarnos en una clase, puesto que, gracias a la pandemia, se ha mirado más por las necesidades de los niños y niñas que por los deseos de los adultos.

Se han tenido en cuenta otros aspectos como la salud mental, el control de las emociones, el refuerzo de lo aprendido, la tolerancia a la frustración, la comunicación con los padres y madres, antes que primar nuestros deseos de que el alumnado apruebe y de superar examenes o pruebas.

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Y no podemos pasar por alto la gran dedicación de padres y madres que, aún estando cansados, han sabido hacer frente a esto y han estudiado y jugado con sus niños, pendientes de lo que necesitaban, dando valor a esos momentos que a duras penas pasaban antes de la pandemia con sus hijos e hijas.

Es de agradecer que nos hayamos reconvertido, que hayamos pensado cosas impensables y que, por supuesto, hayamos sido capaces de introducir la tecnología como parte de nuestras vidas.

Es muy importante que mantengamos este camino y podamos hacer ver a nuestros alumnos la importancia de estar informados, de contrastar fuentes, de ser críticos y de hacer un uso responsable de las tecnologias y las redes. No podemos olvidar los valores aprendidos, puesto que, sin corazón, no hay educación.