Esta época se ha caracterizado por su amplio y acelerado crecimiento tecnológico. La evolución del ser humano se ha extendido hacia sus creaciones, particularmente, se ha enfocado en la evolución tecnológica que, por una parte, nos ha ayudado a resolver muchos problemas, además que nos ha convertido en personas más rápidas y eficientes, pero también, nos ha llevado a vivir de una manera omnipresente y vertiginosa nuestra vida.
¿Programar es solo para los programadores?
Cuando escuchamos el término “programador” la mayoría de las veces viene a nuestra mente la imagen de alguien frente a una computadora que lee y escribe instrucciones en código que solamente algunos cuantos con experiencia y conocimiento pueden comprender, y ese "alguien", suele pasar muchas horas del día inmerso en la lógica y la matemática que construye los algoritmos computacionales para lograr que cada ordenador haga lo que los usuarios necesitan que resuelva.
Sin embargo la gran sorpresa que rompe a esa imagen es que cualquier persona que convive con la tecnología a través de sus dispositivos inteligentes, tal como sus laptops, teléfonos móviles y todos aquellos dispositivos electrónicos que reciben instrucciones para operar, cada uno de ellos, ya cuentan con una noción primaria de la programación sin darse cuenta, simplemente basta para darnos cuenta, el tomar tiempo para observarnos detenidamente al momento de que le indicamos a nuestra lavadora los parámetros o variables de la ropa que previamente insertamos para lavar, luego enjuagar y al último secar. También sucede cuando a nuestro horno de microondas le indicamos con una pequeña serie de botones la suficiente información para que comience a trabajar de manera adecuada para calentar nuestros alimentos, o hacer esas palomitas de maíz que tanto nos gustan.
¿Qué tan necesario es entonces ser programador para poder interactuar con los artefactos tecnológicos que nos rodean?
Lo que une a los programadores y a los usuarios de tecnología, es la lógica primaria con la que se definen y priorizan las instrucciones y datos que viajan desde nuestro pensamiento hasta los dispositivos, como por ejemplo, esto sucede desde que pensamos la mejor manera de decir instrucciones de voz hacia nuestras ya conocidas asistentes virtuales como Alexa, Google, Siri o Cortana, justo en el instante en el que pensamos como articular las palabras y frases en la mejor forma posible, para que cada una de estas asistentes entienda claramente lo que pedimos; otro ejemplo sucede cuando sabemos que una lavadora automática o un horno de microondas no funcionará hasta que indiquemos con sus respectivos botones y perillas opciones (variables) que necesitan estos aparatos para funcionar. Esa lógica es una de las primeras bases en las que la programación se consolida.
La necesidad de aprender a programar sin ser programador puede comprenderse mejor con la siguiente analogía:
Cuando compramos un automóvil, no basta con aprender a conducirlo, ya que si aprendemos más sobre mecánica automotriz y nos adentramos a conocer cuál es el funcionamiento de los mecanismos y sistemas que el auto posee, se nos abrirá un panorama para aprovechar de mejor manera las prestaciones de nuestro vehículo, sabremos manejarlo de mejor forma al conocer sus límites funcionales, como por ejemplo, el límite de carga y de velocidad; al igual que sabremos darle mantenimiento al conocer algunos procedimientos, tal como el cambio un neumático desinflado, con la debida capacitación podremos realizar la actividad de manera segura y sin necesidad de un experto cambiador de neumáticos.
Con la analogía anterior, nos damos cuenta de que el tener conocimientos en programación te llevará a sacar mejor provecho de tus dispositivos tecnológicos y en un momento dado te ahorrará dinero cuando puedas realizar alguna reparación o ajuste por tu propia cuenta evitando llamar a algún servicio técnico, además, que podrás tener un mejor aprovechamiento y rendimiento de cada uno de tus dispositivos inteligentes.
¿Y tú que piensas?