Hace muchos años, en el Instituto Mariano Moreno en Quilmes, Argentina, empecé una emocionante travesía como profesor de informática y reparación de computadoras. Durante más de una década, compartí mi pasión por la tecnología y mi vasto conocimiento con innumerables estudiantes ansiosos por aprender.

Mi enfoque pedagógico siempre fue claro: una combinación equilibrada de teoría y práctica. Comprendí que para formar a expertos en informática, era esencial que mis estudiantes no solo comprendieran los conceptos, sino que también los aplicaran en situaciones del mundo real. Las aulas estaban llenas de PCs en diversos estados de funcionamiento, desde problemas menores hasta desafíos complejos.

Recuerdo un día en particular cuando uno de mis alumnos, Lucas, se enfrentó a un problema aparentemente insuperable en su computadora. Había intentado de todo y estaba a punto de rendirse. Fue entonces cuando le dije: "La verdadera habilidad se desarrolla cuando te enfrentas a desafíos imprevistos". Juntos, investigamos, desarmamos y volvimos a armar la computadora. Fue una lección de perseverancia y solución de problemas que nunca olvidó.

A lo largo de los años, vi a muchos de mis estudiantes florecer en el campo de la informática. Algunos se convirtieron en técnicos expertos, mientras que otros fundaron sus propios negocios de reparación de computadoras. Siempre me llenó de orgullo ver cómo mis métodos de enseñanza práctica y teórica daban sus frutos en forma de resultados concretos.

Mi tiempo en el Instituto Mariano Moreno fue una experiencia enriquecedora que me permitió no solo transmitir mi conocimiento, sino también aprender de mis estudiantes. Cada día en el aula fue un recordatorio de que la tecnología es un campo en constante evolución, y el deseo de aprender y adaptarse es fundamental para el éxito en este emocionante mundo digital.