Llevaba varios años en el exterior y en un momento determinado la nostalgia me hizo regresar, pero, ¿qué hacer?, ¿en qué ocupar mi tiempo? Además, el dinero tampoco sobraba.
Llamé a un amigo mío quien acababa de abrir un pequeño colegio con un "perfil francés". Los grupos eran pequeños, clases prácticamente personalizadas y entre su currículum, francés.
Era un colegio en todo el sentido de la palabra, con preescolar incluído.
En lo que se llamaba allí el "grado cero" destacaba una pequeña, hija tardía de una familia que la había sobreprotegido y "adultizado"; no cantaba, no jugaba, solo pensaba en princesas, se reía escandalosamente y molestaba a sus compañeritos porque era de "mejor estrato".
Todos los profesores estaban molestos por el comportamiento de la pequeña Karen, era grosera, ruidosa y "mal portada" y matoneaba a sus compañeros de aula y de colegio.
No obstante, observé que era sumamente inteligente, sus cuadernos eran hermosos, su letra ejemplar y ya casi leía de corrido, pese a sus escasos 5 años; sin embargo, lidiar con ella era difícil, se quedaba llorando cuando su madre la traía en la mañana y tuvimos que decirle a la señora que se fuera de inmediato para minimizar el drama.
Yo dictaba idiomas extranjeros: Inglés y Francés y descubrí fascinada, que con los pequeños no tenía que escribir, que con canciones, rondas y juegos, aprendían a una velocidad meteórica. Pero Karen seguía al margen, no se integraba y era un dolor de cabeza para los docentes.
Opté, porque era lo único que conseguía de ellla, que hiciera "pianas" como ella misma decía, y se dedicaba con empeño, lo que al menos me permitía dictar clase.
Pasado casi un mes, un día cualquiera, estábamos cantando con los demás, "une puce un pou". De repente me fijé en Karen y vi emocionada, que mientras hacía su "piana", repetía la canción con los demás y con buen tono y acento francés perfecto.
La llamé para que se nos uniera y desde entonces, fue la alumna modelo, llegaba a su casa habando en francés e inglés y su interacción con los demás se normalizó, jugaba como todos, reía, su madre estaba igualmente dichosa porque era ahora sí una niña "normal".
La amé y todavía pienso en ella con una sonrisa: ¿Qué será de tu vida pequeña Karen?