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Odio mi voz grabada, odio escucharme cantar.

Cada vez que empiezo a trabajar con un nuevo alumno y sobretodo si es muy amateur, le recomiendo que frecuentemente se graben cantando ya que el primer encuentro con nuestra voz grabada es siempre traumático. Y cuando digo siempre, es siempre. Nuestra voz nos suena rara, más aguda, más nasal, sin fuerza…en definitiva, extraña. Eso ocurre porque la voz que oímos de nosotros mismos no se parece en nada a la voz que el resto de la humanidad oye cuando hablamos o cantamos. ¿A qué es debido? Sencillo, es un simple tema de resonadores. Todo instrumento tiene su ressonador, su caja de resonancia, el lugar donde el sonido crece y se amplifica para que lo podamos oír. La voz humana es privilegiada, tiene dos. Nuestros graves nos resuenan en la zona del pecho mientras que nuestros agudos lo hacen en la zona delantera de la cara y cabeza (la “masquera” que es como la llaman los cantantes de ópera).

La voz que escuchan las personas ajenas a nosotros sólo hace un camino, el de sus orejas. Las ondas sonoras llegan a sus oídos, provenientes de nuestra boca y se produce todo el intercambio de ondas sonoras a mecánicas y posteriormente impulsos eléctricos que nuestro cerebro identifica como palabras, sonidos…En el caso de nuestras propia voz, cuando nos escuchamos a nosotros mismos, hablar, cantar, gritar, imitar, etc., la voz que escuchamos (la nuestra) es el resultado de una mezcla entre el sonido que entra por nuestros oídos y el sonido que pasa y resuena a través de nuestros huesos y tejidos, que normalmente lo amortiguan, ya que las ondas sonoras, sin importar su frecuencia, se mueven de manera diferente dependiendo de si atraviesan un sólido, líquido o aire.

Un tercer cambio se produce en el momento en que nos grabamos, ya que aquí interviene un nuevo factor, el aparato registrador. Ya sea un micrófono de estudio, un móvil, una tableta, una grabadora…las ondas sonoras que produce nuestro aparato fonador ahora se convierten en ondas electromagnéticas del soporte que estemos usando. Evidentemente, la distorsión del sonido registrado final variará en función de la calidad del aparato que estemos usando. El camino se produce a la inversa, cuando nos disponemos a escuchar el sonido de nuestra voz grabada a través de altavoces o auriculares.

Es por ello que siempre recomiendo a los alumnos que desde un buen principio que se vayan grabando de manera habitual, como una faceta más de su aprendizaje vocal, ya que tan importante es saber afinar, saber hacer bien los agudos o tener potencia vocal, como reconocer nuestra voz, conocer sus características, límites y usos y sobretodo, sentirnos cómodos con ella. Es una barrera psicológica a atravesar, un puente muy importante que nos llevará a conocernos, pero a la vez también a aceptar mejor nuestros límites, críticas y a empezar a sentirnos tranquilos cuando cantamos en público. Os puedo prometer que al final te acaba gustando. Todos/as hemos pasado por esta sensación de negación a nuestra voz desde que se inventó el primer aparato capaz de registrar sonidos.

La negativa a registrarnos ya sea en audio o video, nos lleva directamente a negar nuestra voz natural, a querer cantar como tal o cual cantante, en definitiva, a la imitación; y la imitación priva la salida de nuestra voz natural y por tanto nos puede acarrear muchos problemas de malos hábitos que pueden dañar nuestras cuerdas vocales. Nunca confundamos el “tener unos referentes vocales” con el “imitar”. Sobretodo amigos/as cantantes sintámonos cómodos con nuestra voz, porque es es la nuestra y es única.

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