En Latinoamérica estamos apenas comenzando a exigir inglés como lengua extranjera en las escuelas en la forma de materia obligatoria, debido a la globalización y a la alta demanda de este idioma en el ámbito laboral, pero la enseñanza está bastante lejos de ser la adecuada en muchos casos, sobre todo si se trata de escuelas públicas o fiscales, y mucho más en lugares rurales o alejados de las grandes urbes.
Además, lamentablemente, no todos los profesores están realmente capacitados para enseñar el idioma extranjero, además de las muchas otras deficiencias que conocemos en el sistema educativo de cada uno de nuestros países. Tomemos en cuenta que hay profesores que no explican adecuadamente, o que dan las respuestas de las asignaciones sin un mínimo de esfuerzo, o los estudiantes pagan a alguien para que haga sus tareas, o hay paros de clases por salarios más justos y dignos para los educadores, todo lo cual impide que el estudiante piense y analice realmente lo que se supone que está aprendiendo.
Por estas y muchas otras razones, la mayoría de los estudiantes latinoamericanos no tienen una base sólida de un idioma extranjero en muchos casos, siendo, por ejemplo, Ecuador, Honduras y Venezuela, algunos de los países con mayor déficit en el aprendizaje del inglés a nivel continental, y, por supuesto, si preguntamos en la calle algo en inglés, o en otros idiomas, muy pocas personas podrían respondernos. No es común conseguir hablantes de una segunda lengua en nuestros países y nada nos garantiza que, incluso consiguiendo alguno, lograremos comunicarnos efectivamente.
Justamente lo contrario sucede en muchos países de Europa, en donde es completamente normal ser bilingüe e incluir el inglés como segunda lengua desde los primeros años de infancia, y la hazaña en todo caso sería hablar cuatro o más idiomas, algo que se ve con mucha más frecuencia en el continente europeo que en el americano.
"¿Por qué necesito saber un segundo, un tercero, o un cuarto idioma?" La respuesta puede ser demasiado obvia, e incluso es lo que muchos respondemos cuando se nos pregunta por qué estamos estudiando un nuevo idioma: nos ayuda a conseguir mejores oportunidades laborales, se nos exige como requisito indispensable en la universidad o instituto académico, o queremos viajar y entender lo que se nos dice, poder comunicarnos sin traductores automáticos, que dañan o alteran el mensaje en muchas oportunidades y pueden traernos muchos inconvenientes.
Por lo general, para la mayoría de estudios superiores se requiere una segunda lengua, que es casi siempre el inglés, y en menor medida, el francés u otros idiomas. Sin embargo, la educación lingüística que se adquiere en el bachillerato, sobre todo a nivel público, no es la mejor, y es por ello que un curso extracurricular del idioma requerido es la herramienta perfecta para complementar y superar esa deficiencia que traemos desde la escuela.