Desde el 2019 he dictado clases presenciales, y en 2020 clases online. Al mismo tiempo que enseñaba, también llevaba clases de maestría de manera virtual. Esta doble situación me ha hecho comprender lo difícil que puede ser para un alumno adaptarse a una enseñanza online en la que no ha estado preparado, y mucho menos la sociedad.
Empieza a dar clases particulares
Por un lado, el docente debe ir actualizándose en la forma en la que enseña, comprender las nuevas necesidades de los alumnos, saber que ese espacio en el que el alumno se encuentra puede ser su espacio personal como su cuarto, o en la sala donde todos pueden verlo y escucharlo, lo cual no es lo más cómodo del mundo. Que el docente busque nuevas formas de ir adaptando la enseñanza al alumno es esencial, porque hará que se sientan más comprometidos con aprender y ser una pieza clave para sus demás objetivos personales.
Por otro lado, está el alumno que tiene toda la libertad del internet en su celular o computador. Sé lo difícil que es mantenerse concentrado en una clase en la que recién está experimentando y comprendiendo si es que en verdad le gusta o no, si podrá captar toda la información, y, lo más importante, cuánto podrá practicar por su propia cuenta.
¿Se imaginan tener toda la información que te da el internet y al mismo tiempo la que te da el profesor? Creo que es muy fácil que el alumno no esté concentrado todo el tiempo que dure la clase, tal como sucede en las clases presenciales, pero es importante guiar al alumno y que entienda que una de las cosas más importantes en las clases virtuales es la auto-disciplina.
Este tema es extenso, así que lo dejaré para una nueva entrada de blog. El docente debe ser capaz de adaptarse y no imponer. No por un tema de darle todo lo que necesita el alumno, sino porque es necesario en este entorno de incertidumbre mundial, donde todo es cambiante día a día.