La mayoría de los psicólogos están de acuerdo en definir la sabiduría como el mantenimiento de un bienestar positivo y el uso de la bondad como forma de afrontar desafíos. Esta cualidad según diversos expertos es una de las más importantes que se puede poseer a partir de cierta edad y permite tener éxito frente a las adversidades, además consideran que es una forma útil de enfrentar la decadencia física y la muerte.
Vivian Clayton, neuropsicólogo de California, desarrolló una definición de sabiduría en la década de 1970 que ha servido desde entonces para la investigación sobre este tema. Después de repasar textos antiguos de evocaciones a la sabiduría, descubrió que la mayoría de la gente catalogada como sabia eran aquellas vinculadas a la toma de decisiones. Tras destacar este rasgo preguntó a un grupo de estudiantes y profesores de derecho así como a jueces jubilados, las características que definían a una persona como sabia. Posteriormente elaboró un análisis de sus respuestas y determinó que la sabiduría consiste en tres componentes clave: cognición, reflexión y compasión.
Desafortunadamente, las investigaciones muestran que el funcionamiento cognoscitivo se ralentiza cuando la gente envejece. Pero no todo es cuestión de velocidad. Un estudio reciente sobre ciencia cognitiva señaló que las personas envejecidas tienen una cantidad mayor de información en su cerebro que las más jóvenes, información que sin embargo necesitan más tiempo para recuperar y procesar. Además el estudio concluyó que la calidad de la información en los mayores está más matizada y ordenada.
Por lo tanto los jóvenes son más rápidos en las pruebas de rendimiento cognitivo, pero las personas con cierta edad demostraron “una mayor sensibilidad a las diferencias más sutiles”.
Es lógico que la gente con más información en sus cerebros pueda detectar mejor los patrones constantes que se dan durante la vida diaria. Elkhonon Goldberg, un neurocientífico de Nueva York y autor de “La paradoja de la sabiduría,” dice que los “modelos cognitivos” otorgan al cerebro una base para el reconocimiento de patrones que pueden formar la estructura básica para la toma de decisiones y comportamientos inteligentes.
Según el Dr. Clayton, uno debe de tomarse su tiempo para elaborar ideas y perspectivas desde el conocimiento cognitivo para llegar a ser sabio (la dimensión reflexiva). Posteriormente uno puede utilizar esos conocimientos para comprender y ayudar a los demás (la dimensión compasiva).
Trabajando en el marco del Dr. Clayton, Monika Ardelt, profesora asociada de Sociología en la Universidad de Florida en Gainesville, sintió la necesidad de profundizar en los estudios sobre la vejez debido a que sus investigaciones mostraron que el grado de satisfacción en la vida consiste en aspectos como el mantenimiento de la salud física y mental, además del desarrollo de actividades sociales como el voluntariado o el mantenimiento de relaciones positivas con los demás; esto último no siempre es posible, pues existen casos en los que el cuerpo de un individuo sufre o se mutila, o tenga una perdida de constancia y desarrollo de sus roles sociales o incluso sufra grandes pérdidas. “¿No pueden acaso tener éxito? ¿Tienen que renunciar a sus aspiraciones?” Según la profesora la sabiduría puede ayudar a la gente seriamente deteriorada a encontrar un significado, satisfacción y aceptación en su vida.
Ardelt desarrolló una escala que consta de 39 preguntas destinadas a medir las tres dimensiones de sabiduría, cuestiones como “Un problema tiene poca atracción para mí si no creo que tiene una solución“, “Puedo estar cómodo con todo tipo de gente” o “Me irrito fácilmente cuando la personas discuten conmigo“. Una serie de encuestados respondieron a estas preguntas sobre retos hipotéticos y crisis. Quienes consiguieron una puntuación alta de sabiduría eran también más propensas a tener mejores habilidades de afrontamiento a los problemas. La profesora Ardelt añadió que además eran más activos que pasivos a la hora de lidiar con las dificultades.
“No puedo soportar cómo estoy ahora porque ya no soy quien solía ser,” dijo Isabella S. Bick, una psicoterapeuta que a los 81 aún practica a tiempo parcial la psicología fuera de su casa de Sharon Conn. Ciertos clientes suyos están alterados por el empeoramiento de la percepción sobre su aspecto, su desempeño sexual, sus capacidades físicas y su memoria. Para ellos, y para sí misma, la aceptación del envejecimiento es necesaria para el crecimiento pero “no es una aceptación resignada; es una aceptación a abrazar”.
“Las personas sabias son capaces de aceptar la realidad como es, con ecuanimidad,” dijo la profesora Ardelt. Su investigación concluye que cuando las personas están en asilos o con una enfermedad terminal, su puntuación es más alta en su escala de sabiduría además de reportar una mayor sensación de bienestar sobre sus vidas. “Si las cosas están muy mal, es bueno ser prudente”.
El Proyecto de Sabiduría de Berlín, una investigación iniciada en la década de 1980 que pretendía definir la sabiduría mediante el estudio de textos antiguos y modernos, la definió como “un sistema de conocimiento experto en la pragmática fundamental de la vida.” La cofundadora del proyecto, Ursula M. Staudinger, llegó a distinguir entre la sabiduría general, del tipo que implica entender la vida desde el punto de vista del observador (por ejemplo, como un suministrador de consejos) y la sabiduría personal, referido a un conocimiento profundo de la propia vida de cada uno.
Según el profesor Staudinger, catedrático de la Universidad de Columbia, la sabiduría personal consiste en cinco elementos que son: la capacidad de penetrar en uno mismo; la habilidad de demostrar crecimiento personal; la conciencia de uno mismo en términos de circunstancia histórica y familiar; entender que las prioridades y valores, incluso los propios, no son absolutos; y la conciencia de las ambigüedades de la vida.
La sabiduría en este sentido es extremadamente rara concluye el profesor Staudinger. Como estrategia de afrontamiento, es mejor ser positivo acerca de la vida cuando eres mayor y la gente mayor lo sesga de esa forma, son más propensos a mirar hacia atrás sobre sus vidas y decir que los eventos que ocurrieron fueron lo mejor. Una persona sabia reconoce errores y pérdidas y aun así tratar de mejorar, la verdadera sabiduría implica reconocer lo negativo tanto dentro como fuera de nosotros mismos y tratando de aprender de ello según dice el estudio.
Las definiciones modernas de sabiduría tienden a subrayar la bondad caracterizada por una “reducción del egocentrismo“, dijo la profesora Ardelt. Los sabios tratan de comprender las situaciones desde múltiples perspectivas, no sólo la suya propia y como resultado muestran una enorme tolerancia.
“Hay evidencia de que quien tiene altas cotas de inestabilidad emocional es poco probable que sea sabio,” dijo Laura L. Carstensen, profesora de psicología y directora fundadora del centro Stanford de longevidad en California. “Ellos ven las cosas de una manera egocéntrica y negativa y así logran beneficiarse emocionalmente de las experiencias, aunque pueden ser individuos muy inteligentes“.
La profesora Carstensen tiene ciertas reticencias ante estos estudios pues no considera fehaciente al cien por cien una investigación sobre la sabiduría porque “hay una parte de mí que cree que no es útil usar un término que ha existido durante 1. 000 años”. Otros investigadores también son escépticos acerca de las evidencias dadas por los estudios para un rasgo tan amorfo como la sabiduría.
Estudiar la regulación emocional sin embargo es un componente clave de la sabiduría. “Si eres sabio”, dice Cartensen, “no sólo estás regulando tu estado emocional, también asistes al estado emocional de otra persona. No te estás centrando tanto en lo que tu necesitas y mereces, sino en lo que puedes aportar.”
Daniel Goleman, autor de “Focus” y la “Inteligencia emocional” declaró que “uno de los aspectos de la sabiduría es tener un horizonte muy amplio que no se centre en nosotros mismos, ni siquiera en nuestro grupo u organización.”.
Un importante signo de sabiduría es la “generatividad”, término utilizado por el psicólogo Erik Erikson, que desarrolló una influyente teoría sobre las diferentes etapas de la vida humana. “La generatividad significa devolver sin necesidad de nada a cambio”, dijo el Dr. Goleman. “Las formas de devolver pueden ser creativa, social, personal o financiera,”.
El Dr. Goleman entrevistó a Erikson, junto con su esposa, Joan, en la década de 1980, cuando ambos tenían 80 años. La teoría de Erikson del desarrollo humano inicialmente incluía ocho etapas que iban desde la infancia hasta la vejez. Cuando los Erikson llegaron a la vejez encontraron la necesidad de añadir una novena etapa de desarrollo, una en la cual la sabiduría desempeñaba un papel crucial. “Ellos representan una edad en la cual uno tiene suficiente convicción en su integridad para espantar a la desesperación que fácilmente puede traer gradualmente la desintegración física“, escribió el Dr. Goleman en The Times.
En los últimos años de vida, “incluso las actividades sencillas de la vida diaria pueden presentar dificultad y conflicto,” escribió Joan Erikson en una versión ampliada del libro de su marido. “No es de extrañar que los ancianos estén cansados y deprimidos a menudo. Enfrentar el hecho de desesperarse con fe y humildad es quizás el curso más sabio.”
“Uno debe unirse en el proceso de adaptación. Con cualquier tacto y sabiduría que podamos reunir, la discapacidad debe ser aceptada con ligereza y humor.”
“La naturaleza de las limitaciones simplifica la vida de uno puede que sea también un signo de sabiduría” dijo el Dr. Clayton tras regalar sus cosas mientras todavía estaba vivo. “Algunas personas tienen problemas con la idea de conformarse con menos, se han acostumbrado mucho al juego de adquirir más.”
No obstante según los Erikson conformarse con menos y simplificar no es sinónimo de seguir adelante. De hecho, cuando las personas de cierta edad carecen de retos, el ensimismamiento y estancamiento pueden asumir el control. La clave es establecer metas que coincidan con sus capacidades actuales.
La educación continua puede ser una importante forma de cultivar la sabiduría y para sortear los últimos años de vida porque entre otras cosas combaten el aislamiento. A pesar de que la capacitación en habilidades prácticas puede ser menos útil para las personas mayores, cursos en Humanidades que ayuden a las personas a dar sentido a sus vidas pueden ser de gran utilidad. Otros investigadores recomiendan clases de autobiografía guiada o las llamadas revisión de vida como forma de fortalecer la sabiduría. En autobiografía guiada por ejemplo, los estudiantes escriben y comparten sus historias en la vida con la ayuda de un instructor capacitado.
El Dr. Clayton dice que hay un punto en la vida en el que se se produce un cambio fundamental y la gente comienza a pensar sobre cuánto tiempo les queda en lugar de cuánto han vivido. Reflexionar sobre el significado y la estructura de sus vidas puede ayudar a la gente a prosperar después de cambiar ese equilibrio y la idea del tiempo perdido que se agota.