Con excesiva frecuencia vemos cómo los alumnos que requieren apoyo y ayuda tras el horario lectivo han perdido del todo, o tal vez nunca lo han tenido, el interés por el estudio. Como la inmensa mayoría de sus compañeros, estudian por obligación, porque todo su entorno (padres, profesores, compañeros,....) los obliga a ello, y porque es el paso intermedio que necesitan superar para acceder a la vida adulta.
Un reto, un sufrimiento... Es una pena que estos estudiantes se pierdan en esta perspectiva rígida y triste, olvidando la otra faceta del estudio, que resulta mucho más trascendental. Entre tanta información, si aprenden a leer bien, a oír bien, a desentrañar lo que se les está comunicando en las clases, descubrirán un tesoro inmenso. Muchas generaciones de estudiantes pasados, por ejemplo, se aficionaron a los conocimientos de Física y Química gracias a las magistrales novelas de aventuras de Julio Verne. O en época más reciente gracias a las de ciencia ficción de Isaac Asimov.
Es triste ver cómo incluso la lectura básica se ha convertido en un desafío. Antes muchos aprendimos a leer casi sin darnos cuenta, para poder entender qué nos decían aquellos cuentitos de colores, primero, y más tarde sumergirnos en universos alternativos a través de trepidantes comics y entretenidos libros infantiles, donde la letra se combinaba a partes iguales con el dibujo. Uno no se obligaba a leer media hora al día para adquirir el hábito, en realidad lo que pasaba es que le resultaba difícil poder dejar el libro que leía, justo cuando más emocionante estaba la acción, e irse al colegio. Ahora... buf. "Lee media hora antes de acostarte", te recomiendan los gurús de la autoayuda, como si leer fuera equivalente a la pildorita de vitaminas que debes ingerir a diario para mantenerte en buena forma física. Menos mal que en el último momento llegó Harry Potter y sus entretenidas aventuras mágicas para rescatar a toda una generación de niños y adolescentes y convertirlos en voraces lectores.
Aprender montones de características de cada época literaria no es el camino. Memorizar problemas matemáticos en vez de aplicar nuestro cerebro tampoco es el camino.
Cuando se vuelve a poner interés en el aprendizaje, el estudio se transforma y deja de ser tan árido. Gracias a la literatura leemos las mejores obras de ficción; con la historia recorremos un largo camino de personajes que destacaron como seres humanos y marcaron las épocas en que vivieron; aprendiendo idiomas conocemos otras partes del mundo y a sus gentes y su forma de hablar. Con la física y química razonamos del por qué y cómo funciona nuestro mundo de la forma en que lo hace. Las matemáticas nos enseñan a proceder de forma ordenada y paso a paso hasta la lógica conclusión final. La biología y la geología nos muestran la inmensa variedad de vida que conforma nuestro planeta y nuestro universo.
Si los actuales estudiantes recuperan un poco de esa perspectiva emocionante, y entienden que las lecciones en realidad son puertas para ampliar su visión del mundo y ascender a otro nivel de comprensión, la etapa de aprendizaje no solo se les hará mucho más llevadera, será inolvidable cuando vuelvan la vista atrás más adelante en la vida. Un universo por descubrir.