Si soy sincero, me encanta dar clases. Y una de las razones por las que es tan placentero para mí es porque me permite conocer de forma personalizada a todos mis alumnos, dedicarles el tiempo que necesitan, conocer sus preocupaciones, sus miedos, reforzar sus debilidades y aumentar la confianza en sí mismos.
Pero, sobre todo, lo que más me gusta de este trabajo tan satisfactorio es generar en los niños el interés por el aprendizaje. Y eso solo se consigue conociendo sus inquietudes, sus gustos y preferencias, construyendo el nuevo aprendizaje a partir de lo que ya conoce o ya es capaz de hacer como bien propuso Vigostsky:
¿Tienes un perro, Juan? ¿Cómo se llama? ¿Es vertebrado o invertebrado? ¿Es unicelular o pluricelular? ¿Crees que piensa cómo nosotros? ¿Tiene sentimientos?
¿Dónde nacieron tus padres ,Ana? ¿En Teruel? ¿Conoces la Sierra de Albarracín no? Pues ahí nació el río Tajo.
En definitiva , creo que la educación en la diversidad debe ser uno de los principios que lidere la educación del siglo XXI. Debemos prestar a nuestros niños la atención que necesitan. Y esto no se resume en saber qué nota han sacado, sino también en qué han fallado y por qué.
Para acabar este post, me gustaría compartir esta gran frase con vosotros :
"La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón".