Vivimos en una sociedad con etiquetas cuantitativas. No somos más que números. La cantidad de dinero que tienes, el número de tierras, de posesiones, un número en la seguridad social, un número de teléfono, una dirección, un DNI, un seguro, una matrícula o incluso una nota. Todo se mueve entre cascadas de números. Vamos a centrarnos en las notas académicas.
¿Es un 10 el éxito y un 1 el fracaso escolar? Si nos centramos únicamente en este dato la respuesta sería indudablemente afirmativa, teniendo en cuenta que el 1 sea la peor nota posible a obtener y el 10 la excelencia suprema.
Sin embargo, los niños y niñas no son números, son personas, más pequeñitas, pero personas, con una capacidad de aprender impresionante. Como personas tienen sentimientos, tienen diferentes gustos, diferentes dificultades, diferentes habilidades... pero todos son muy muy especiales.
Existe un dicho que afirma: "Si juzgas a un pez por su capacidad de trepar árboles vivirá toda su vida pensando que es un inútil". La realidad es que cada persona aprende de manera distinta y necesita metodologías diferentes pero también pueden necesitar tiempos diferentes. Cada uno crece a su tiempo, pero todos crecen. Incluso si pensamos en quienes ya somos adultos... ¿no es cierto que algunas de nuestras grandes evoluciones en cualquier ámbito se ha debido a cometer errores? ¿A caer y a volver a levantarse?
Las escuelas actuales tienen unos contenidos concretos, unos objetivos concretos, unas metodologías concretas y un tiempo concreto. Eso limita mucho a quienes tienen dificultades, puede abrumarles, pero nunca es un fracaso. Hay muchos tipos de éxito. Repetir curso puede servir para aprender un poco más maduros, para seguir el ritmo que se marca, para experimentar nuevas metodologías, nuevos aprendizajes de nuevos compañeros y recibir más apoyo escolar que antes.
Los niños y niñas están sometidos a una presión constante. Necesitan cariño, autoestima, autoconfianza y eso lo consiguen cuando quienes los rodean (especialmente los padres) confian en ellos, los halagan, los corrigen y disciplinan pero con cariño y paciencia, reconociendo sus esfuerzos y virtudes y no dándolos jamás como un caso perdido.
Aunque una personita repita un curso, o dos, o tres, seguirá aprendiendo y buscando aquello que se le da bien para prevenir el fracaso escolar, aquello que le motiva, aquello en lo que quiere mejorar y se seguirá esforzando si nosotros, familias y profesores, no los consideramos un fracaso y nos esforzamos por conocerlos mejor y tener paciencia en que ellos confíen en nosotros y acepten nuestra ayuda. Recuerda que la misión en esta vida no es ser un 10, sino que tú te sientas un 10.